El hombre de la plata



Allá por el 500 algo A C, Tartesos, al borde de su declive, estaba en su mejor momento. Monopolizaba el comercio de estaño. Un mercenario a sueldo de la realeza saquea una tumba para obtener el oro con el que comprar una esclava de la que está prendado. El botín contiene una placa de plata en la que están parcialmente escritos unos pactos que podían poner en peligro ese monopolio.

Empieza la persecución, en la que pronto se ven involucrados otros mercenarios, un mercader griego, bandidos montañeses. Por en medio la placa va cambiando de manos, trayendo la desgracia a todo aquel que entra en contacto con ella, acarreando asesinatos y terminando en medio de una revuelta y la guerra.

Esta novela es muy breve. Existe una versión posterior de la misma mas reciente, ignoro si será o no mas extensa. Su brevedad es a la vez su virtud y su defecto. Todo ocurre tan deprisa, tantas situaciones y combates en tan poco tiempo, que es imposible aburrirse. Por otro lado, la trama parece mas esbozada que desarrollada. Es tópica, aunque interesante, los personajes apenas están caracterizados, no hay tiempo para ello, en seguida están muertos, y las muertas no resultan muy impactantes, porque prácticamente eran unos desconocidos para el lector, los cambios de narrador resultan abruptos, aunque mucho menos que el final. Parece que de repente el autor diga: “Se acabó lo que se daba” y ya está, sin la menor sensación de conclusión. No hay tiempo para detenerse en el periodo histórico, aunque claro, otro lado, no cae en el defecto del exceso de didactismo, aboga mas por una especie de “inmersión”, en el tiempo pasado, que resulta mas eficaz, asumiendo las costumbres y los valores de otras eras.

Muy entretenida, pero excesivamente poco elaborada, diría yo.

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