"El diablo en un bosque" de Gene Wolfe



Me he leído un una novela de Gene Wolfe y lo he entendido todo. Lo repetiré para los que no se lo hayan creído. ¡ Me he leído un una novela de Gene Wolfe y lo he entendido todo!. Bueno, tal vez no todo. Pero casi.

La novela se llama “El diablo en un bosque”, lo he podido encontrar en la biblioteca pública de la puerta de Toledo. Hay que reconocer, sin embargo, que esta vez Gene Wolfe lo puso bastante fácil, pues no hay ninguno de sus “narradores falibles”. Aunque todo transcurre desde el mismo punto de vista, no está escrito en primera persona y el protagonista ni es despistado ni parece enfermedades neurológicas graves.

La acción transcurre en algún momento de la edad media sin determinar claramente. El protagonista Mark, es un aprendiz de tejedor adolescente. Los personajes principales son los habitantes de un pueblo, son todos gentes normales para la época, el abate, el zapatero tacaño, el herrero no demasiado brillante. Podría decirse que hay un cierto tono costumbrista, son gentes pequeñas, con pequeñas preocupaciones, que viven al lado de un bosque en el que mora un bandido. Un buhonero es asesinado, y este hecho, aparentemente irrelevante, será la proverbial piedra lanzada al vacío que acaba provocando una avalancha, supondrá una progresiva caída en la violencia y la destrucción, que si no acaba con todo el pueblo, será porque en el vivían mas personajes de los que se nos presentan.

El elemento fantástico es casi inexistente, y podría explicarse racionalmente sin problemas, vamos está bastante claro que es un sueño.

Gene Wolfe es un escrito muy hábil, admirado por Neil Gaiman y mucha mas gente, sutil, inventivo, que hace un gran trabajo en la caracterización de los personajes, dejando que estos se definan por sus actos y sus palabras, aunque ciertamente a veces es lastrado por su falta de objetivos, o su afición a los puzzles. Como ya digo, por una vez se entiende casi todo, aunque los personajes se pasan gran parte de la historia preguntándose que ha ocurrido realmente, especulando sobre los actos de los otros y sus motivaciones, pero así es la vida real, uno nunca conoce todos los hechos. Aún así puede ser enervante que el final nos sea prácticamente velado, y apenas nos enteremos de que ocurre el tipo de acontecimiento al que Robert E. Howard dedicaría un relato completo, con cultos paganos y doncella en apuros incluida, aunque en este caso la doncella en apuros sea una muchacha gorda y valiente.

Quitando aparte la habitual obsesión con la subjetividad, por una vez mas atenuada, podríamos decir que el tema es el descubrimiento del mal. Así Mark se las ve frente a todas las caras del mal: la malevolencia pura de la bruja del pueblo, la criminalidad que el bandido esconde bajo sus buenas maneras, la brutalidad de los soldados que le persiguen, la pasividad y los egoísmos de sus distintos vecinos… Con todo no se puede decir que Mark cambie su visión del mundo o tenga una revelación que le transforme, sin ser un dechado de inocencia, al empezar es mas o menos como somos todos, inconscientemente egoísta, a fin de cuentas es un adolescente, preocupado fundamentalmente por tener algo que comer, no aburrirse y no pasar frío por las noches. De sus experiencias por el lado oscuro, sale mas o menos como era, tal vez mas reafirmado en ocupar su lugar en el mundo.

Los acontecimientos se suceden unos tras otros, a buen ritmo, lo que hace que la novela resulte muy entretenida, a lo que no es ajeno su brevedad, son apenas doscientas páginas.

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