Una luz en la noche, de Daniel Mares


Encontrarse un libro de Daniel Mares siempre es una grata sorpresa. Por dos razones: al menos de momento, es mas escritor de relatos que de novelas y además, según indica la introducción de León Arsenal, no pretende llegar a ganarse nunca la vida con eto de scribir, es mas que nada una aficción.

Cuando este libro salió, lo rehuí como la peste, pues me daba miedo engancharme a otro autor español, y tener que pasar el resto de mis días rebuscando sus escritos y añadiendo sus tomos a la curiosa escultura en forma de torreón que estoy erigiendo en mi habitación, y que cualquier día aparecerá en el piso del vecino de abajo.

Nueve años después, mis peores temores se han cumplido, y no había modo de localizar esta obra.

Demos gracias a los chicos de Cyberdark y continuemos.

Cuando pienso en Daniel Mares me viene a la mente aquel comentario de Ballard sobre que Ian Watson era el único escritor británico con ideas. Por supuesto es un comentario excesivamente restrictivo, aunque me guste lo que intenta decir, denominar a la ciencia ficción “literatura de ideas”, me parece tan mal como llamar “fantasía” a los pastiches Tolkenianos, pero esa es una historia que deberá ser contada en otra ocasión, preferiblemente en otro post.

Divago. Todo esto que no viene a cuento lo decía porque en todos los cuentos de Daniel Mares hay alguna idea más o menos original, en ocasiones brillante, otras simplemente curiosa. A ello hay que añadir su predilección por los antihéroes. Siempre huye de los personajes esquemáticos completamente buenos o completamente malos. En ocasiones más logrados o más complejos que en otras, sus personajes siempre están cuajados de defectos, pero no necesariamente exentos de virtudes. Este doble volumen no es una excepción a estas normas.

El primero de ellos y que da título a la obra es una historia de “primer contacto”. Una expedición científica a una peculiar y remota estrella descubre que esta tiene un planeta, y que además está habitado. Resulta que Daniel Mares es astrofísico, cosa que jamás habría adivinado a juzgar por su obra, pues nunca he visto que prestara una atención particular a los aspectos científicos. En este caso hace una excepción, y estos están sorprendentemente trabajados.

De todos modos lo que más llama la atención es la elección de su protagonista. Un peculiar programa de rehabilitación hace que criminales convictos sean enrolados a la fuerza en misiones de exploración al espacio profundo, a pesar de que no tengan conocimientos ni entrenamiento adecuado. Aunque la premisa no me parece muy creíble, permite que el punto de vista de estos, en principio maravillosos acontecimientos, resida en un hombre barriobajero, inculto, violento y no demasiado brillante. Tipo de personajes que abundan mucho en la obra de Daniel Mares. En ocasiones el relato es interrumpido por breves exclamaciones de Marcelo, como si estuviera escuchando al narrador e interviniera, recurso brillante que tiene bastante gracia.

Los alienígenas resultan curiosos, aunque las descripciones de su aspecto no se hacen muy claros, ahí resulta importante la aportación del ilustrador Daniel Sangorrín, para ayudar a entender su aspecto. Una trama paralela cuenta la historia desde su punto de vista, articulando un discurso irónico sobre la imposibilidad de comunicación entre especies. Al final, los protagonistas no llegan a resolver los múltiples enigmas que el planeta les plantea, aunque el lector si tendrá un vislumbre de las respuestas.

Aunque los aspectos fantásticos están bien trabajados, lo que más me ha llamado la atención de este relato es el llamémoslo aspecto humano. Daniel Mares consigue que Marelo llegue a hacérsenos simpático, a pesar de tratarse de un asesino múltiple. El aislamiento y el aburrimiento, seguidos de la curiosidad y la sensación de maravilla que vivimos con él, hacen comprensible y conmovedor su deseo de no abandonar el planeta, así como sus fútiles intentos de redención y al final, su arrepentimiento. Los demás personajes, aunque cuidadosamente falibles y mediocres, me han resultado menos logrados, pero también consiguen sus momentos de empatía.

La segunda parte “La vigésima tierra”, por estructura y extensión, es mas bien una novela, con lo que adelantaría a “Madrid”, como primera novela publicada. Existe algo llamado el río, una especie de corriente energética o espacio-temporal de un solo sentido en el que los viajes espaciales son factibles, sin las grandes cantidades de tiempo provocadas por el límite de la velocidad de la luz. La religión predominante es el budismo, que ha dado forma a la sociedad. De manera análoga a los diferentes níveles de perfeccioamiento espiritual que hay que atravesar hasta llegar al nirvana (o eso intuyo, no sé nada de budismo), la humanidad se va depurando a si misma través de sucesivos tránsitos por el rio. Cada nuevo planeta al que llegan se denomina una tierra, y la humanidad se va desplazando a lo largo del rio de una a otra tierra. La acción transcurre en la tierra 19, que es la penúltima hasta ahora.

Centrándose mas en los personajes y su modo de pensar que en las descripciones externas, Daniel Mares crea un mundo fascinante, quizá no lo suficientemente aprovechado, en el que transcurre una historia de intriga, que recuerda a los clásicos de la serie negra tanto como a “Expediente X”, que involucra principalmente a un pequeño funcionario con problemas para las relaciones humanas, Sariputra y a una mujer policia. Sariputra, es un personaje muy logrado, y un gran acierto de la novela, a la que se le hechan en falta mas páginas, y mira que está mal que yo lo diga, pues le tengo alergía a la paja. Creo que esta historia habría neceistado mas espacio para desarrollar adecuadamente las relaciones entre los pesonajes y su evolución. Muchos no tienen tiempo a ser desarrollados, de modo que el narrador tiene que definirlos explícitamente, hay escenas tan breves que no se entiende su función, del tipo “He-venido-a-hablar-de-algo-muy-importante-con-usted.-Bueno,-adios” y situaciones que parecen muy precipitadas. A pesar de ello resulta muy amena y el final bastante devastador.

En fin un volumen imperfecto, como todo en esta vida, pero muy estimulante, que me hace desear que Daniel Mares no abandone la ciencia ficción. Por desgracia, una breve búsqueda por Internet indica que sus proximas novelas, previstas para el 2010 según la wikipedia ¿? y al menos una para abril del 2011, tendrán mas que ver con asesinos en serie que con especulaciones tecnológicas. Así es la vida.

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