"Soy Leyenda" de Richard Matheson


Existen una serie de libros que parece que todo aficionado a la literatura fantástica tendría que leer, que tengo ganas de leer, y que por algún motivo nunca leo. En este grupo tengo incluidos “Neuroamante”, “Mercaderes del espacio”, “El prestigio”, “Los libros de la sangre” y por supuesto, “Soy leyenda”.

Bueno, ya ha caído uno. La cosa avanza. El argumento a estas alturas debe ser bien conocido, por todos, después de tres películas (Ia mejor, en mi opinión, la primera de todas….!LA DE VINCENT PRICE!). Lo primero que llama la atención, sobre todo si no has visto la de Vincent Price, es que se trata de una novela de vampiros. De hecho es un gran clásico de las novelas vampíricas, y la precursora del género zombie. Las victimas de la plaga se levantan de sus tumbas poseídas por la sed de sangre, con sus facultades mentales disminuidas y alérgicas al sol y al ajo. La causa no está en la radiación, ni en la contaminación, aunque pueda haber influido, ni por supuesto en la ingeniería genética, desconocida cuando se escribió, sino que es una vieja plaga que causó la leyenda del vampiro, que rebrota para destruir el mundo.



La mayor diferencia con respecto a las películas, legendario final aparte, es que el protagonista, Neville, no es un científico ni un investigador. Es un hombre corriente, un obrero de una fábrica, casado y con una hija. Convertido como Juan Salvo en un Robinson Crusoe urbano.



Reconozco que era bastante escéptico con esta novela. En primer lugar, el género post-apocalíptico no me atrae lo mas mínimo. En segundo, en un primer momento la prosa de Matheson me resultó demasiado funcional. Al listillo que llevo dentro le parecía que se le notaba demasiado su otro oficio de guionista de cine y televisión, y se limitaba a narrar escuetamente las diferentes vivencias de Nevilla, y que los momentos teóricamente terroríficos estaban muy exagerados.



Aparte de ello, la explicación científica que da al vampirismo no me convenció lo mas mínimo.



Nada de eso importa. Poco a poco me fui sintiendo involucrado en las vivencias del protagonista. Es difícil no simpatizar con los intentos de Neville de aplicar el método científico. Sus asaltos a la biblioteca en busca de libros que le permitan aprender patología, el modo en que aprende de modo autodidacta y con esfuerzo lo que necesita para estudiar la plaga, aprende a usar microscopios y material de laboratorio, es realmente heroico. Y fútil. Por no hablar de su soledad. Su absoluta soledad.



Neville vive en un aislamiento total, ansioso por algún tipo de contacto hasta la locura, siempre en el borde de la depresión y el alcoholismo, atrapado en una rutina que le permite sobrevivir, pero sin ningún objetivo mas que seguir viviendo. Desde el comienzo asistimos a su rutina diaria, que consiste en reparar la defensas de su vivienda, reponer los ajos, afilar estacas, hacer acopio de suministros, y encerrarse a cal y canto para pasar las noches cercado por el ejército de vampiros que nunca ceja en su empeño, noche tras noche. Esta cotidianidad y el flashbacks en que cuenta la muerte y el regreso de su mujer son de lo mas escalofriante. Junto que nunca sepamos, aunque lo imaginemos, que ocurrió después de su regreso. Para el momento en que encuentra un perro, el lector ha sido ganado para su causa, y vive el largo cortejo al que somete al can para ganar su confianza con la misma ilusión. Y con la misma desesperación finalmente.



¿Y que decir de su final? Tan descorazonador que hasta en la primera película, que mas o menos lo mantiene, tuvieron que edulcorarlo, no por popular entre los amantes del fantástico menos desolador. ¿Qué se puede decir? Richard Matheson hizo leyenda.

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