Savarese





Siempre estoy leyendo algún cómic de Robin Wood, siempre lo hago gracias a lo que encuentro por Internet, porque no suelen aparecer por mi librería especializada. En este caso se ha producido una extraña coincidencia, mientras estaba leyndo Savarese, ha aparecido un tomo a la venta con los primeros capítulos. Los que se lo hayan leído y no sepan nada mas del personaje, pueden sorprenderse de lo diferente que es mi punto de vista. Para ellos, "Savarese" es un cómic que cuenta las desventuras de un joven e ingenuo siciliano que emigra a América después del asesinato de su familia, durante la prohibición, la época dorada de la mafia.

Para alguien que ha leído los 160 capítulos (en realidad son menos, no pregunten), "Savarese" son los casos de un agente del FBI de origen siciliano.




Robin Wood cambia la aventura y la épica que le es característica por la serie negra. Y no lo hace nada mal. A fin de cuentas hay un naturalismo, un humanismo en su obra que casa bien con el género negro. Si Encuentro que en muchos de sus cómics es el comienzo, la fase de formación del héroe, la que resulta mas interesante, y que luego llegan a volverse repetitivos en cuanto el personaje principal se convierte en una figura de leyenda. En "Savarese" no ocurre así. No es que Giovanni Savarese, rebautizado John Savarese por el mismísimo Al Capone, no se convierta en una figura de leyenda, sino que nunca pierde su humanidad. Bajito, enclenque y asustadizo, no tiene el típico físico de los héroes de Robin Wood, nunca desarrollará buen gusto para las corbatas, ni vestirá bien, ni aprenderá a tratar a las mujeres, pero crecerá hasta convertirse en la pesadilla de la mafia.

Es como un Vito Corleone al revés, el también llega en barco a la tierra de promisión, de la que no tarde en conocer su cara mas amarga, la de la probreza, la discriminación y el crimen, pero en vez de adaptarse a la criminalidad y convertirse en su rey, Savarese desarrolla un odio acérrimo al delito. Tras vagabundear por todo Estados Unidos y una breve estancia en la policía, no tarda en encontrar su lugar cuando ingresa en el FBI. A partir de ahí, Robin Wood le atribuye el mérito de cada logro del FBI, será él y sólo él, el que acabará con Capone, con Luciano, con Dillinger, Bonny & Clyde, el que resolverá el caso del bebé Lindberg.... Curiosamente, si nos dedicamos a buscar las fechas en que ocurrieron en la wikipedia, descubriremos que el orden de los capítulos no se corresponde con el orden en que sucedieron. Todo ello desde una óptica estrictamente conservadora, jamás se cuestiona la labor del FBI, sino que se la ensalza, sus adversarios son criminales sin escrupulos que se merecen lo que les ocurra, sin el menor fulgor romántico que les envuelva, J. Edgar Hoover es un gran hombre de cuya figura se liman todos los detalles desagradables salvo un cierto racismo.




Aunque algo estereotipado, hay un gran estudio sobre la mafia en esta obra, en la que aparecen todos los grandes capos, además de los ya mencionados, Anastasia, Lansky, Siegel y tantos otros pueblan sus páginas. Las historias varian entre lo entretenido y lo excepcional. Tal vez alargue demasiado las desgracias amorosas del protagonista, pero eso es todo.La caracterización de los personajes es brillante. Si con los mafiosos, criminales y asesinos es correcto, con las víctimas, los funcionarios, los vagabundo y la gente normal en suma, el trabajo es espléndido. A ello hay que sumar las líricas evocaciones de Nueva York y los diferentes lugares por los que viaja, como siempre excelentes, en Robin Wood.

Por una vez, el socio de Robin Wood es este trabajo, esta a su altura. Mandrafina ya había demostrado en la olvidable "Spaguetti Bross", el dominio que tenía de la ambientación de la época y aquí hace un trabajo todavía mejor. Parecería que esta obra solo habría podido ser dibujada por él. El blanco y negro le sienta como un guante, como si estuviéramos viendo un clásico del cine negro. Si el vestuario, los edificios, los coches están primorosamente reproducidos, el empleo de la iluminación es meritorio, adecuado y sutil sin convertirlo en el motor visual de la historia, como hace Miller. También tiene un buen dominio de la expresividad, aunque inevitablemente algunos rostros se repitan. La rigidez del formato no le permite experimentar con composiciones de página es todo secuencia en cuatro bloques de dos viñetas por lo general, pero aún así, resultan impactantes las escenas de ametrallamientos y tiroteos. Su única pega, se repite en exceso. Supongo que por lo apretado de las fechas de entrega, no resulta difícil encontrar viñetas repetidas, no ya de capítulo a capítulo, sino a veces incluso en la misma página.

Por lo demás, el último capítulo resulta bastante desolador, aunque seguro que si la serie hubiera continuado, la situación personal del desgraciado protagonista habría mejorado.

En fín, con los altibajos típicos de una serie tan prolongada, una obra maestra del cómic de serie negra.

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