"Cuarentena" de Greg Egan

La tierra está envuelta en una especie de burbuja que no permite ver las estrellas. Los seres humanos se descargan en sus cabezas aplicaciones informáticas, como antes lo hacían en sus móviles, aplicaciones que les permiten cosas como dormirse en cuanto toman la decisión de hacerlo, aumentar las capacidades de atención, no aburrirse, o no sentir pena o culpa. Nick Stavrianos es un detective privado al que le encargan la investigación de la misteriosa desaparición de una paciente de un psiquiátrico. Hay dos temas fundamentales en esta novela, que a la postres resultarán estar muy relacionados. Los ya mencionados módulos cerebrales y la mecánica cuántica, una de las obsesiones favoritas de Grez Egan. El tema de los módulos está magníficamente desarrollado, llevado hasta sus últimas consecuencias mostrando las posibles aplicaciones. El tema de la mecánica cuántica, en concreto el colapso de la función de onda, resulta algo mas farragosa, quizá porque es una temática mas esotérica, Egan se enrolla mucho aquí en las explicaciones, y quizá por el deseo de ser claro, repite las mismas cosas una y otra vez. Aún así, es un tema fascinante que da mucho de sí, aunque curiosamente los autores de ciencia ficción tienden a incidir siempre en las mismas teorías una y otra vez. Ambas temáticas convergen en una trama inteligente, repleta de imaginación y sense of wonder. La novela está escrita en primera persona, el registro que mejor domina Greg Egan, como ha demostrado en innumerables relatos. Su temática detectivesca inicial la hace mas amena que otras novelas del mismo autor, lo que podría convertirla en una buena candidata para que los que desconozcan a Egan se estrenen en su lectura, aunque el giro argumental de hacia la mitad les puede descolocar. En contra de lo que suele decir la gente la novela no desmerece mucho en cuanto a lo literario ni en cuanto a personajes, sólo que no destaca precisamente por esos aspectos, que no pasan de lo correcto, sino por los temas más que científicos casi metafísicos que trata. Su principal defecto, en mi opinión, es el final. Todo parece haber acabado, y acabado felizmente, cuando no, nos encontramos que las cosas no eran lo que parecían. Vale, tenemos cierta costumbre. Entonces nos estalla en la cara un final a lo Twilight Zone o Outer Limits. Bueno, estamos acostumbrados, es un clímax bastante impresionante. Y entonces llega el epílogo, un tercer final, totalmente anticlímatico, mucho menos impactante que el anterior, descolocando al lector, que no sabe muy bien como interpretarlo. Con esta novela acabo con todo lo traducido hasta la fecha de Greg Egan en castellano (me falta por reseñar Oceánico, un día de estos lo haré). Todas mis esperanzas quedan depositadas en Alamut.

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