“Ocúltame entre las tumbas”. De Tim Powers





“La fuerza de su mirada” es para mí un libro polémico, ignoro si lo será para alguien más. Siempre que he leído por Internet un artículo sobre Tim Powers o una reseña de “La fuerza de su mirada”, en el artículo se decía poco mas o menos que era la obra maestra de Tim Powers y en los comentarios se metía alguien que decía que sería por lo aburrida, o que era la cosa mas pretenciosa o plomífera que había hecho.

A veces pienso que el de los comentarios es siempre la misma persona, su lenguaje y expresiones me resultan familiares, pero nunca me he acordado de su dirección de correo ni su alias.

En cualquier caso, no tomo partido por ninguno de los dos bandos. Mis preferencias siempre irán por “Las puertas de Anubis”, nada demasiado original, por su derroche de creatividad y acción y porque fue la segunda novela de Powers que leí. Tal vez “La fuerza de su mirada” sea lo mas aburrido que he leído de Powers, pero tratándose de Powers, eso significa que es una obra muy emocionante que te atrapa por el cuello y no te permite soltarla hasta que la acabas.

Ya llevo demasiado tiempo hablando de “La fuerza de su mirada” Por lo que yo sé, es la primera secuela que Powers escribe de una obra anterior, al menos publicada en España. “Ocúltame entre las tumbas” parte con el handicap de las secuelas:

Punto primero tiene que deshacer el final de la anterior novela, porque si no, no habría amenaza a la que enfrentarse. De ellos se ocupó en la novela corta “Tiempo de sombrar piedras”. Es algo que de entrada me tira para atrás. Es obvio que no es lo que el escritor tenía en mente en un principio, me tira un poco de la historia, porque se nota que se está recurriendo a un artificio mas o menos rebuscado para continuar lo que se llevó a un fin. Afortunadamente, la calidad de la obra es bastante superior a las secuelas de “Highlander”.

Punto segundo, el enemigo que ya ha sido derrotado, resulta muchos menos aterrador, porque queda claro que no es invencible. Nunca he comprendido como se pueden sacar secuelas y secuelas de “Drácula”, “Pesadilla en Elm Street” o “Viernes 13”, monstruos que han sido derrotados una y otra vez. En el caso del drácula de las películas de la Hammer, nunca entendí como no ponía pies en polvorosa cada vez que oía el nombre de Van Helsing. Es un atributo al talento de Powers que los nefilim resulten más o menos aterradores. Si lo son es por cómo los describe, no por sus actos, porque, seamos sinceros los protagonistas los derrotan una y otra vez a lo largo del libro.

Por último, en “La fuerza de su mirada” las peripecias ficticias iban a caballo de las de la vida real de los más famosos poetas románticos: Byron, Shelley y Keats. A los primeros todavía se les mencionaba en mis tiempos de estudiante en clase de literatura en mis tiempos de estudiante y Gonzalo Suárez los sacó en una película. Aunque sólo sea por su participación en el mito de Frankenstein, forman parte ya del inconsciente colectivo de la humanidad. (Y Keats debe ser bien conocido por los aficionados a la ciencia ficción, por su aportación a la saga de “Hyperion” de Dan Simons) Por el contrario los prerrafaelistas son bastante menos conocidos. Christina Rosetti era para mí sólo una firma al final de algún poema en mis libros de texto. Hasta que se publicó esta novela, pensaba que era del siglo veinte y probablemente la confundía con Cristina Peri Rossi. (Por favor, que nadie me lapide) De Swinburne nunca había oído nada, aunque al parecer entusiasmaba a Lovecraft.

De modo que John Crawford, hijo de Michael Crawford revive el destino de su padre, asediado por los seres que se llevaron la vida de su esposa y sus hijos, une sus fuerzas con Adelaide McKee, una ex prostituta con la que tuvo un encuentro casual, para rescatar de la influencia de “las musas” a la hija de ambos, esté viva o muerta. Pronto recabarán la ayuda de los Rosetti y de Edward Trelawny, personaje histórico a quien conocimos en “Tiempo de sembrar piedras”

Parte del encanto de la obra de Powers es como logra insertar sus ficciones entre acontecimientos reales. En este caso se trata de la vida de los Rosetti. Este encaje obliga a repartir los acontecimientos ficticios en el tiempo, lo que da a la narración un carácter episódico, como si en vez una novela tuviéramos un fixeup de tres libros. Cada cierto número de años, las circunstancias hacen que los protagonistas se vuelvan a juntar y a aliar, para enfrentarse nuevamente al mal. Puede ser algo repetitivo, no lo es durante los libros primero y segundo, pero el tercero resulta más anticlimático, sin embargo Powers consigue retomar el relato hasta un emocionante final.

Los personajes femeninos brillan muy por encima de los masculinos. Son más inteligentes, más nobles y más valientes, y son las que llevan la voz cantante respecto a los planes a trazar, con una notable excepción: Edward Trelawny. Cada vez que el anciano caballero aparece, derrocha carisma y personalidad, y actitudes expeditivas. Trelawny se comporta como un héroe de una película de acción, y me encanta, a él se deben muchos de los mejores momentos del libro.

John Crawford, por el contrario, es el típico héroe de las novelas de Tim Powers. Es un personaje mas bien gris, una persona mediocre y normal atrapada en medio de una vorágine que le supera y que, sin embargo, una vez metido en vereda, se desenvuelve mucho mejor de lo que sería de esperar. Un tipo que indudablemente prefería pasar las noches en su casa, en una cama calentita que adentrándose en el submundo oculto de Londres, pero capaz de los más inesperados actos de valor. Se me metió en el bolsillo cuando en medio de una de estas peligrosas expediciones, no puede pensar más que en la cena que se está perdiendo y se le van los ojos detrás de cada plato que pasa delante de ellos. Además es veterinario y, como uno se conoce a Powers, estuve intrigado toda la novela, esperando el momento en que esta profesión resultaría de utilidad. Cuando lo hace es, para mí, uno de los mejores momentos de la novela. A algunos les parecerá la madre de todos los deux ex machine, o, simplemente, una chaladura, pero a mí me encantó, por lo inesperado y absurdo.

A su vez el libro abunda en la creación de secundarios inolvidables, algunos de los cuales no llegan a aparecer en mas que unas pocas páginas, como el misterioso barrendero que proporciona cambio o Chichuwee, los propios villanos, en usos de la magia creativos y que, de algún modo, no dejan de tener sentido, esos dados que hay que arrojar continuamente, esos fantasmas atrapados en animales, las sesiones de espiritismo, esos alucinatorios y sobrecogedores paisajes mentales de Polidori, que es de lo que mas huella me han dejado, apañándose para hacer una reconstrucción geográficamente muy precisa del Londres de la época, al que a la vez convierte en un reino mágico de leyenda.

En la publicidad se habla mucho del sentido del humor de Powers. Yo no creo haberme reído nunca durante su lectura, aunque aprecie su ironía. “Esencia oscura” por ejemplo, es mucho mas divertida de contar que de leer. Sin embargo en este libro hay algunos fragmentos que parecen sacados de un vodevil y que resultan muy divertidos. En cambio, siempre se le han dado bien las escenas de acción, y sigue brillando en ellas. Junto a momentos sombríos, llenos de atmósfera siniestra, hay ramalazos de actividad, llenos de combates y persecuciones.

Resumiendo, Powers es mucho Powers, y, aunque quizá la presente esté un par de puntos por debajo de sus mejores obras, “Ocúltame entre las tumbas” tiene muchas de sus mejores características. Es un libro muy imaginativo, emocionante y divertido. ¿Se puede pedir más? ¡Powers ha vuelto!

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