“World without end” de Joe Haldeman



Reseño esta novela, con el corazón ligeramente turbado, la casualidad ha querido que la lectura de esta novela haya coincidido con la muerte de Leonard Nimoy.

En esta ocasión, el Enteprise encuentra, en mitad de ninguna parte, lo que parece un reactor Bussard abandonado sin rumbo. Como no, pronto un equipo de exploración se interna en sus interioridades, equipo que pronto queda atrapado, y empieza la odisea por salir de la gigantesca nave, que no sólo no está abandonado, sino que está muy poblada.

Por si no quedó claro en su reseña, la otra novela de Joe Haldeman ubicada en el universo de Star Trek supuso para mí una completa decepción. No ha sido el caso de esta. “World without end” es todo lo que habría querido que “Planet of judgment” fuera y no fue. En “World without end” Joe Haldeman abraza con entusiasmo los códigos de la aventura pura y dura. Consigue una historia fresca y trepidante, en la que, como en los mejores capítulos de las múltiples series de televisión de Star Trek, la situación se va complicando progresivamente, hasta alcanzar un emocionante final.

Por el camino nos encontraremos con una buena cantidad de sorpresas, servidas con un gran sentido del ritmo, unos alienígenas interesantes, un cierto respeto por las leyes de la física, peligros de lo más variopinto y mucha ironía y sentido del humor. Lo único que puede molestar a algunos de los fans más acérrimos es el poco peso que el capitán Kirk tiene en la trama. Resulta evidente que Spock y McCoy son los personajes preferidos del autor, pero es que hasta Scott tiene un momento que supera todos los del buen capitán.

En resumen, una novela tal vez no muy memorable, pero de lectura muy agradable. Probablemente un trabajo de encargo, hay muy poco de los rasgos personales de Haldeman, y no interesará a los entusiastas de su obra, pero si les hará pasar un muy buen rato.

Comentarios

  1. ¡Leonard Nimio! Jojojo, vaya forma de ningunear al pobre hombre... Perdón por el cachondeo pero no he podido evitarlo ;-)

    Alb

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  2. Pues gracias, se me había pasado. La culpa de todo la tienen los correcotres automáticos.

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