“Siete evas” de Neal Stephenson (2)


Por fin me he terminado “Siete evas” y si, me temo que comparto la desilusión general con la última parte del libro, a pesar de que como comentaré tiene muchas cosas buenas. Creo que lo que Stephenson se proponía con esta última parte era escribir un epílogo, en el que echáramos un vistazo al futuro del mundo creado por los descendientes de las supervivientes de la novela, cuando ellas mismas ya se han convertido en leyenda. Creo que este tipo de epílogos, vistazos al “futuro del futuro” son bastante habituales, casi una tradición en las novelas de ciencia ficción, aunque ahora mismo solo recuerde el epílogo de “Fuentes del paraíso” y la saga de Chanur. El caso es que Stephenson es un autor excesivo y desmadrado y donde otros se marcan un relato de diez o veinte páginas, él se monta una novela de trescientas.
Equilibrar el pulso entre información y narración es uno de los retos más difíciles de las novelas que crean su propio universo. En el caso de la parte final de “Siete evas”, la partida la gana de largo la información. Por momentos uno cree estar leyendo el manual de un juego de rol. Descripciones de aeronaves, descripciones de artefactos, de hábitats, de lugares, de armas, breves apuntes de historia y geografía… La cantidad de información es abrumadora y mientras el paciente lector la va masticando, lo único que le ocurre a la protagonista es que se mueve de un sitio a otro, como si estuviera leyendo una novela de Kim Stanley Robinson.
El caso es que la información que se nos presenta es interesante. Después de haber leído la parte principal (y muy superior) del libro, es raro que alguien no tenga curiosidad por el destino de la progenie de las siete evas. Los planeadores, la cadena, la cuna, son artefactos fascinantes. Hay "sense of wonder" y efecto ¡atiza! para dar y tomar. El complejo mundo que se nos describe tiene la suficiente personalidad para convertirse en objeto de culto, daría para ambientar una atractiva serie de televisión, pero, por muy apasionante que sea, después de tantas páginas de información, el lector acaba desesperado por un poco de acción.
Todo llega al que sabe esperar, pero a juzgar de lo largo que se me hizo, después de por lo menos ciento cincuenta páginas. El final de esta parte del libro es muy entretenido, pero transmite cierta sensación de apresuramiento, como si Stephenson hubiera dedicado tanto tiempo a reflexionar sobre la ambientación, que no le hubiera quedado nada para el argumento.
Por lo demás, los personajes son muy esquemáticos y es una pena, porque bien trabajados, muchos de ellos podrían haber sido fascinantes, el neoander, por ejemplo, pero, sobre todo, la moiriana protagonista y sus curiosas versiones de personalidad.
En fin me uniré al clamor popular y demostraré mi falta de originalidad, “Siete evas” habría estado mejor sin esta última parte, que podría haber constituido una atractiva segunda parte, con un mejor desarrollo de personajes y, sobre todo, un argumento mas trabajado. Con lo que odio la moda de los tochones y tratándose de un libraco de mil páginas, me duele decirlo, pero le habrían venido bien unas cuantas mas. Qué se le va a hacer, el género de estampitas de lugares impensables tiene muchos seguidores.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“El fin de la muerte” de Cixin Liu

"Mark" de Robin Wood y Ricardo Villagrán

“La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas” de Neal Stephenson