Mas consejos que nadie me ha pedido

Mis lecturas están sufriendo un parón considerable, que las inminentes navidades no van a solucionar, si no todo lo contrario. Así que en vez de una reseña, este semana voy a continuar un post del 2015 y añadir algunas reflexiones más sobre el oficio de escribir, que he tenido desde entonces. Resumiendo, otros cuatro consejos que nadie me ha pedido.


1) Los adjetivos. Todo el mundo lo dice y, desgraciadamente, tienen razón. Los escritores primerizos tienen tendencia a abusar de los adjetivos. Es algo que hay que vigilar y que en lugar de enriquecer tu lenguaje, lo empobrece, porque empleas demasiadas palabras para decir lo mismo. En mi caso particular, parece que no me quedo tranquilo si no digo, como mínimo, tres adjetivos seguidos, dejando el que me interesa para el final, separado por la interjección “y, para que quede resaltado”. Por ejemplo, no me basta decir: “Al asomarse al pozo, descubrió una oscuridad atemorizante”, no, tengo que decir “Al asomarse al pozo, descubrió una oscuridad, profunda, negra y atemorizante”. Este ejemplo es de los mas deplorables que se me ocurren, porque ¿hay alguna oscuridad que no sea negra? Decir “atemorizante”, tampoco me gusta. Suena mas culto que “aterradora”, pero es ser muy obvio, al usarlo, estoy tomando al lector por tonto, no hay que decir que algo es “aterrador”, hay que intentar transmitir la sensación de que es aterrador.


2) Los personajes, otro clásico. Podría rellenar posts y posts sobre los personajes. En esta ocasión, me limitaré a recalcar una obviedad, los personajes no son el escritor. Este tiene que esforzarse en reflejar sus puntos de vista, que no tienen porque ser los suyos. Es más, la obra quedará mejor si no son los suyos. Escribir lleva mucho tiempo y es muy fácil caer en la tentación de crear sólo personajes que te caigan bien, o, al menos, que te molen, aunque sean los villanos de tu función. Craso error, uno debe hacer un ejercicio de abstracción y tratar de reflejar cómo serían los personajes, no como te gustaría que fuesen. Y sí, la cruda realidad, es que puede que muchos de ellos sean unos gilipollas o, lo que todavía es peor, que sean aburridos.


3) El mensaje. Estoy seguro, hipotético lector aprendiz de escribano, de que, en algún momento de tu vida, leíste algún libro que transformó tu vida, expandió los horizontes de tu mente y la abrió a nuevas perspectivas. Seguramente, no serías la persona que eres si no hubieras leído ese libro. Cómo consecuencia, querrás hacer lo mismo. Personalmente, a mi me preocupa más contar una buena historia, pero lo entiendo, es una ambición legítima. Sin embargo, eso no quiere decir que haya que obsesionarse, no hay que hacer reflexiones sesudas y profundas cada dos páginas, so pena de perder la atención del lector y, más importante aún, hay que tener las cosas muy claras. Si pretender transmitir algo profundo, medita muy bien lo que quiere transmitir y asegurate de que lo que escribas es lo que tienes en mente y de que se corresponda exactamente con tu opinión. Hay que responsabilizarse de lo que se escribe. No es posible tener todas las respuestas a los problemas del mundo, pero si te metes en este tipo de embolados, asegurate de que lo que escribes sean tus respuestas. Le debes al lector ese tipo de sinceridad.


Pondré un ejemplo. Al final de “La ciudad y las estrellas” se dice: “Pero en otro lugar las estrellas eran aún jóvenes y la luz de la mañana perduraba. Del mismo modo, un día, el hombre volvería a seguir el camino que antaño había recorrido”. No incluyas este tipo de párrafos a menos que estés sinceramente convencido de que el destino y el deber del ser humano es la exploración del espacio exterior. En concreto, no los incluyas porque sientas devoción por Arthur C. Clarke y él solía escribir este tipo de cosas.


4) Me guardo el mas sentido para el final. Circula por ahí un bulo que dice que uno se mete a escritor para contar las historias que le hubiera gustado leer. Es muy bonito, PERO ES MENTIRA. No debes intentar escribir las historias que te gustaría leer, tienes que escribir las historias que te gustaría ESCRIBIR. O que pienses que deben ser contadas. Hay que tener en cuenta que leer es una actividad mucho más rápida y que requiere un esfuerzo mucho más pequeño, que escribir. Una novela agradable, que deja un buen sabor de boca, puede ser leída fácilmente es un par de días, quizá en pocas semanas, mientras que escribirla te llevará MESES puede que incluso AÑOS. Puede que entonces descubras que la recompensa que otorga lograr ese “buen sabor de boca” no es suficiente para ti. Así que medita muy bien lo que escribes y asegurate de que consideras que es algo que te apasione, que creas que merece la pena, porque no hay nada peor que descubrir que no tienes le menor gana de continuar con una historia cuando, después de improbos esfuerzos, acabas de terminar de escribir el quinto capítulo.

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